EL ENSAYO
El ideal de determinar el ensayo como tipología textual no
puede limitarse a lo estructural. La
elección, por parte del autor o de aquel que solicita el texto, de una
tipología específica deviene de una decisión consciente y clara, de unos intereses
y unos objetivos. A menudo, de manera
equivocada, el requerimiento del ensayo como actividad académica, pretende
comprobar que un “saber” ha sido entendido por el estudiante, es decir, que
éste demuestre en unos párrafos lo que sabe.
Podríamos, entonces, pensar que el ensayo se vuelve una metodología
evaluativa, casi en oposición a una metodología formativa. Así lo afirma VÉLEZ, JAIME. (2000):
“La incapacidad académica para acceder al ensayo no debería
entenderse como falta de información sobre sus técnicas específicas, sino como
un fracaso del sistema educativo en general. La explicación es que para
escribir un ensayo se requiere un ser humano informado, con sensibilidad y con
criterio propio.”
El ensayo se reconoce por su flexibilidad, entendiendo ésta
como cualidad en la medida que quién escribe tiene la posibilidad de dar rienda
suelta a su estilo en clave y conexión con las ideas que pretende
defender. En efecto, la descripción del
ensayo como boceto, como experimento, da cuenta de que sus intereses no son
meramente demostrativos, cuantificables y tangibles, sino, desde otra
perspectiva, razonables y criticables.
Este tipo de textos no busca la solidez científica propia
de la teoría, sino, más bien, el peso lógico de la hipótesis, que lo convierte
una parte coyuntural de un proceso complejo de conceptualización, mas no en su
final. No hay preocupación por el
planteamiento exhaustivo de unos datos, unas citas, unas ideas ajenas; tampoco
por la búsqueda de demostraciones o tasaciones; más bien, hay un énfasis
rotundo por la reflexión, el análisis y la interpretación.
El modo de organización discursiva se entiende como las
estrategias que el autor emplea para proyectar en el texto sus diversos
intereses enunciativos, desde la perspectiva del uso de la lengua y del propio
manejo del discurso escrito. El ensayo,
tipología en la cual se privilegia la argumentación como modo de organización
del discurso, fundamenta claramente sus intenciones comunicativas: reflexionar,
persuadir, convencer, “pensar”. Sin
embargo, estas tonalidades del discurso no se presentan de manera particular,
sino que se combinan generando una dialéctica discursiva argumentativa y
expositiva. La potencia discursiva del
ensayo es precisamente la argumentación, puesto que no se precisa sólo del
saber, sino también, del “¿qué hacer?”
con el saber, que viabilizará, a posteriori, la posibilidad nominativa del “ser
competente en”. Es decir, el ensayo es
una mediación. A este respecto, JANNETH
VELA (2006) dice que, además de desarrollar habilidades de escritura, el ensayo
desarrolla las habilidades críticas, objetivo esencial, no sólo del ensayo,
sino de la educación misma.
El ensayo, desde un punto de vista metodológico, no puede
volverse el espejo de los saberes establecidos, o sea, en una estrategia
política para establecer verdades y mentiras absolutas. El ensayo debe ser una salida a la opresión y
una entrada al mundo de la creación, por lo tanto, debe surgir de una respuesta
o una pregunta de corte investigativo, sugestiva y actual, en un tono siempre
dialógico.
Características formales del ensayo.
El INSTITUTO CERVANTES (2007) plantea algunos puntos
relevantes que pueden ser fructíferos para la revisión y elaboración de ensayos
en el ámbito académico. A saber:
- Rudimentos
básicos
El ensayo no corresponde a una disciplina en especial, ya
que su carácter de heterogeneidad lo convierte en una tipología clave, por
ejemplo, para la literatura, la crítica, la labor investigativa e, incluso,
para la ciencia. Esta cualidad abierta y
flexible no corresponde ni a la arbitrariedad ni a la carencia, pues la base
fundamental de su producción es la argumentación en la perspectiva tanto de la
exposición de unos conceptos como en la defensa coherente de una tesis. Es pertinente aclarar que el propósito del
ensayo es trazar un esbozo, un bosquejo, que surge de un proceso de reflexión
maduro, sin ambiciones trascendentales, y sí con un ánimo continuo de darle
movilidad al conocimiento.
- Clases
Las clases de ensayos abundan tanto como sus concepciones,
por esto se abordan aquí sólo aquéllas que tienen un vínculo estrecho con los
propósitos de formación en la universidad.
La primera variedad de ensayos – aptos para la labor
académica – es la de corte crítico. El
objetivo de éste es la reflexión no exhaustiva de una serie de obras
(cinematográficas, literarias, científicas, etc.), con la firme intención de
“sugerir” unas ideas, unas percepciones relacionadas con la propuesta hecha por
el docente que pide el ensayo.
La segunda es la de creación, donde se hace una exposición
de las ideas más sobresalientes de una producción de cualquier tipo – incluso
de otro ensayo – para que, con base en esta serie de informaciones, el autor
establezca una composición que dé cuenta de todas esas ideas y la incidencia
que tienen en las propias. Es un tipo de
ensayo útil para establecer lecturas analítico-interpretativas sobre diversos
textos y fortalecer así las habilidades del aprendiz en el desarrollo y
afinación, tanto de la construcción de argumentaciones propias como de la autonomía.
La tercera es el de interpretación, puesto que es aquí
donde el estudiante tiene como iniciativa mayor el “juzgar”, entendiendo el
juicio como el acontecimiento intenso en el que el sujeto se enfrenta a unos
conocimientos ya establecidos e intenta comprenderlos a partir de sus
posibilidades y, además, procura llevar esas valoraciones a un ambiente de
solidez argumentativa que luego se convertirá en iniciativa válida para la
construcción de nuevos enfoques y perspectivas teóricas.
En las tres variedades es notable el uso de un lenguaje
preciso y de corte conceptual, una
posición formal en el tono y el estilo, la aparición de un ambiente polifónico
(citas textuales de otros textos, acotaciones bibliográficas) y la complicidad
de una disciplina en particular que sustenta el interés por trabajar con un
tema o concepto. Estas cualidades
podrían ser sintetizadas en la nominación de “ensayo académico”.
Ahora bien, desde otra óptica de análisis, cuando quien
escribe utiliza un lenguaje cotidiano, sencillo, incluso emotivo, con el
propósito de cautivar al lector y, asimismo, de asumir el tema desde el propio
esquema de su existencia, podríamos hablar de un “ensayo literario”. Aquí no es conveniente entender estas
nominaciones como una ley formal para evaluar lo que es un ensayo “válido” en
términos de la academia. La disposición
de este tipo de textos en una variedad ayuda a trazar líneas claras, primero,
en los objetivos que tiene el docente para exigir la escritura de este texto y,
segundo, en la intención comunicativa que tiene el autor para abordar el tema
de discusión.
Rasgos formales
- Uso de la
lengua (precisión semántica, ortografía, puntuación, cohesión, coherencia).
- Unidad
temática (rigurosidad en el planteamiento de las ideas), concebida como la presentación y organización claras y
coherentes del texto.
- Tono y
estilo que sean consecuentes con las intenciones y objetivos comunicativos del
ensayo.
- Argumentos
sólidos y congruentes que den cuenta de un proceso responsable de
interpretación, reflexión y crítica.
- Uso de
recursos paratextuales (citas y epígrafes) que compongan una realidad dialógica
con varios autores y diferentes disciplinas, y que, al mismo tiempo, sirvan de
soporte a las observaciones hechas por el autor.
- Planteamiento
de una perspectiva de construcción subjetiva que esté cimentada en
disposiciones previamente estudiadas, pero que resulte de todo un desarrollo
personal de las argumentaciones, puesto que el ensayo muestra, finalmente, unas
proyecciones acerca de la forma como se entiende la realidad y su reflejo en la
propia experiencia.
Puntos que deben tenerse presentes en la elaboración del
ensayo.
En relación con la argumentación.
• Tratamiento
del tema en cuanto profundidad y claridad.
• Planteamiento
de un(os) problema(s) determinado(s).
• Definición
de una tesis sólida que sirva de estructura para el tratamiento de los temas.
• Defensa de
la tesis a partir de construcciones personales que evidencien un proceso
complejo de investigación.
• Exposición
de datos y hechos que sean básicos para la propiedad de la argumentación.
En relación con el tema.
• Elección
del tema de acuerdo con los intereses, saberes previos y experiencia del
escritor. El docente delimitará el alcance y las características del tema a
tratar.
• Lectura de
diversas fuentes que propongan aproximaciones conceptuales a los intereses del
ensayo.
En relación con el problema o pregunta de indagación.
• Enunciación del problema en concordancia con
los saberes desarrollados al respecto y la experiencia investigativa.
• Formulación
clara y delimitada del problema, puesto que se corre el peligro de plantear
preguntas que pueden ser solucionadas a partir de una consulta o, tal vez,
posiciones que son tan ambiguas o generales que no será posible argumentar con
sensatez y coherencia.
En relación con la redacción
• Coherencia
y cohesión del texto
• Correspondencia
con los requerimientos para la construcción del ensayo
• Proceso
atento y responsable tanto de lectura como de escritura (lectura de primero,
segundo y tercer niveles; pre-escritura, escritura, re-escritura).
• Corrección
en cuanto al uso de la lengua (ortografía, acentuación, precisión semántica).
Posible estructura del ensayo.
• Introducción
(planteamiento de la tesis, palabras preliminares).
• Desarrollo
argumentativo (exposición de argumentos para defender la tesis propuesta).
• Conclusión
(recapitulación del desarrollo argumentativo e idea final).
Para tener en cuenta:
·
Usar letra Arial 12.
·
Espacio 1.5
·
Se recomienda dos párrafos bien estructurados
por página con cohesión y coherencia.
·
Dos citas por página.
·
Un epígrafe en letra Arial 10 u once.
·
Introducción, desarrollo y conclusión.
·
Mínimo 5 paginas sin contar la portada.
·
Usar normas ICONTEC.
·
Se recomienda que el título del ensayo sea una hipótesis.
·
Usar los tiempos verbales del modo indicativo y
evitar el gerundio.
·
Abrir los párrafos con conectores lógicos.
·
Después
de cada cita textual debe ir una explicación o argumentación.